El placer y el sufrimiento.
Epicuro afirmó que es bueno todo lo que produce placer, pues el placer, según él, es el principio y el fin de una vida feliz. Pero para que el placer sea real debe ser moderado, controlado y racional.
Él definió el placer como la satisfacción de las necesidades del cuerpo y la tranquilidad del alma. Para el epicureísmo, lo malo es todo aquello que le produce dolor al ser humano. Son las cosas que nos hacen o nos afectan en el sentido espiritual y corporal, Epicuro señaló que el placer no tiene que ser necesariamente un placer sexual, sino también algo que nos produzca placer el hacerlo, como: respirar tranquilamente en el campo o tomar helado, pero sobre todo los placeres espirituales como la música de calidad o un buen libro también. El ser humano está compuesto de cuerpo y alma, y los placeres del alma son superiores a los del cuerpo. En su opinión, la paz interior puede alcanzarse al reducir las necesidades del cuerpo y acabar con las inquietudes y temores. La ética epicúrea dice que para vivir una vida feliz, es muy importante superar el miedo a la muerte; Epicuro dijo "La muerte no nos concierne, pues mientras existimos, la muerte no está presente y cuando llega la muerte, nosotros ya no existimos"
Los placeres naturales y no naturales.
Para Epicuro, los placeres y sufrimientos son consecuencia de la realización o impedimento de los apetitos. Epicuro distingue entre tres clases de apetitos, por tanto placeres:
-Los naturales y necesarios, como alimentarse, abrigo y el sentido de seguridad, que son fáciles de satisfacer.
-Los naturales pero no necesarios, conversación amena, gratificación sexual.
-Los no naturales ni necesarios, la búsqueda del poder, la fama, el prestigio, dinero.
Los placeres del cuerpo y los del alma.
Es importante aclarar que Epicuro no era dualista, es decir, no postulaba la oposición cuerpo-alma; el alma, igual que el cuerpo, es material y está compuesta de átomos. También distinguía entre dos tipos de placeres, basados en la división del hombre entre dos diferentes pero unidos, el cuerpo y el alma:
-Placeres del cuerpo: aunque se considera que son los más importantes, en el fondo su propuesta es el equilibrio voluntario y consciente de estos placeres, no su eliminación; no es posible conocer el placer si no se conoce el dolor, no se disfruta de un banquete si no se conoce el hambre.
-Placeres del alma: el placer del alma es superior al placer del cuerpo: el corporal tiene vigencia en el momento presente, pero es breve, mientras que los del alma son más duraderos y además pueden eliminar o atenuar los dolores del cuerpo.